¿Te has preguntado alguna vez por qué, generación tras generación, tantos músicos acaban tocando una Fender? No es casualidad. Si tocas la guitarra —o estás a punto de empezar— es muy probable que ese nombre te suene familiar. En este viaje por fender y su historia vamos a repasar desde sus orígenes hasta cómo sigue marcando el pulso de la música actual, pasando por esos modelos que ya son leyenda. Ponte cómodo, afina cuerdas y vamos a darle, porque esta historia tiene más sabor que un buen solo de blues.
Origen y evolución de Fender: de California al mundo
Todo arrancó en los años 40, en California. Leo Fender, un tipo más enamorado de la electrónica que de las seis cuerdas, decidió que podía mejorar la forma en la que los músicos hacían sonar sus instrumentos. Lo curioso es que ni siquiera tocaba la guitarra… pero vaya si sabía cómo hacerlas brillar.
En 1946 fundó la Fender Electric Instrument Company con una misión clara: crear guitarras y amplificadores resistentes, fáciles de amplificar y listos para aguantar horas de escenario. Su primer golpe de efecto fue la Broadcaster, que poco después pasaría a llamarse Telecaster por temas legales. Fue la primera guitarra eléctrica de cuerpo sólido fabricada en serie y un antes y después en la historia de la música.
Después, en 1954, llegó la joya de la corona: la Stratocaster. Un diseño ergonómico, tres pastillas y vibrato integrado… un cóctel irresistible que enamoró a Jimi Hendrix, Eric Clapton y a medio planeta.
Fender tampoco se quedó corta en amplificadores: modelos como el Bassman o el Twin Reverb definieron el sonido de décadas enteras. Y en el mundo del bajo, el Precision Bass fue igual de revolucionario, dando a los bajistas un instrumento portátil, afinado y con pegada.
La Stratocaster: mucho más que una guitarra
Hablar de Fender sin nombrar la Stratocaster es imposible. Nacida en 1954, esta guitarra cambió las reglas del juego. Más cómoda que sus predecesoras, con tres pastillas de bobina simple y un trémolo de palanca que abrió un mundo de posibilidades, la Strat marcó un antes y un después.
Su versatilidad es legendaria: Hendrix, Knopfler, Frusciante… todos encontraron en ella su voz. Desde psicodelia hasta funk, pasando por rock clásico y pop moderno, la Strat siempre encaja.

La Telecaster: actitud en estado puro
Antes de que la Strat se robara los focos, la Telecaster ya estaba haciendo historia. Sencilla, directa y con ese “twang” inconfundible que corta la mezcla como un cuchillo, se ganó el corazón de guitarristas de country, rock y blues.
Su diseño plano y robusto la convierte en una todoterreno: aguanta giras, ensayos y cualquier trote que le eches. Desde las versiones más pro hasta series como la Player o la Squier Classic Vibe, la Tele mantiene su esencia intacta.
Fender Jazz Bass y Precision Bass: la revolución desde las graves
Aunque Fender sea sinónimo de guitarras, sus bajos también son historia viva. En 1951, el Precision Bass dio a los bajistas una alternativa ligera y amplificable al contrabajo, y eso cambió el juego para siempre.
En 1960, el Jazz Bass llevó las cosas más allá: diseño más estilizado, dos pastillas y un rango tonal perfecto para jazz, funk, soul o incluso metal. De las líneas suaves al slap más agresivo, este bajo lo hace todo.
Fender hoy: tradición que sigue innovando
Han pasado más de 75 años, pero Fender sigue en plena forma. La marca combina lo mejor de su herencia con mejoras modernas: nuevas series como la Player Plus, ediciones especiales y hasta su propia gama de pedales como el Pugilist o el Santa Ana Overdrive.
También han apostado por la formación con Fender Play, una plataforma para aprender desde cero o perfeccionar técnica, demostrando que no solo venden instrumentos: quieren acompañarte en tu camino musical.
Un legado que sigue sonando
De un pequeño taller californiano a los escenarios más grandes del mundo, la fender historia está hecha de innovación, carácter y música inolvidable. Cada Strat, Tele, Precision o Jazz Bass es parte de ese relato. Y lo mejor es que todavía se está escribiendo, cada vez que alguien enchufa una Fender y deja que hable por sí misma.